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lunes, 10 de enero de 2011

Se que mi Redentor Vive

Queridos hermanos,
Deseando y orando que Dios os bendiga en este día, voy a compartir lo que Dios me habló hoy lunes 10 de Enero de 2011.
Cantar de los Cantares 5:10. “Mi amado es blanco y rubio, señalado entre diez mil”
Tal como ayer prediqué en la iglesia “Yo sé que mi redentor vive” y Él tiene algunas características, bueno no algunas, todas las características de Él, destacan sobre cualquier cualidad humana. Aunque sabemos que el libro de Cantar de los Cantares es un libro que habla del amor físico entre un hombre y una mujer, muchas veces se ha comparado ese amor con el amor entre Dios y Su Iglesia. Y no está mal la comparación, ya que el amor sincero que un hombre y una mujer sienten es puro y real. Así también, y de un modo perfecto, Dios ama a Su Iglesia y la iglesia ama a Su Dios. El problema es que el amor del hombre se puede acabar con los años, pero el Amor de Dios nunca se acabará, simplemente porque todo lo de Dios, incluido su amor, es infinito en cantidad y tiempo. Por lo tanto podemos estar seguros de que: Nuestro redentor vive. Y si él vive nosotros viviremos. Ya que su Amor es inagotable.
Podemos amar con nuestro amor perecedero, pero mejor es amar con el amor que Dios nos da.
No me refiero a esa frase evangélica que decimos muchas veces: “Te amo con el amor del Señor”, suena a: “No tengo mas remedio que amarte y soportarte”. Nunca me gustó esa frase. Me gusta decir “Te amo” simplemente porque Dios me ha dado tanto amor suyo que te puedo amar sin ningún problema, sin fingimiento, con total libertad, sin que implique que tu tengas que amarme. ¿Entiendes mi razonamiento? Dios me ha hecho libre y por eso puedo amar, incluso a mi enemigos. Cuanto mas a ti hermano/a a quien Dios ha puesto a mi lado para hacer juntos Su obra.
Tal vez te preguntes ¿Qué tiene que ver todo esto con el versículo de arriba? Pues bien, en Dios todo está relacionado. Decía que a veces aplicamos las frases de este libro a la relación entre Dios y la iglesia, y está bien, precisamente por el razonamiento que he expuesto anteriormente. Además el versículo en cuestión exalta la belleza del amado. ¿Quién es tu amado? ¿es Dios? ¿o es el dinero, la posición, la comodidad, la salud, tu cónyuge, tus hijos, la familia, los amigos, la iglesia? ¿Quién es tu amado?
Dice la Biblia: “Mi amado es blanco y rubio”. En otras palabras es limpio y puro, su amor es embriagante, su presencia lo llena todo, llena mi vida, mis pensamientos, mis anhelos, supera mis expectativas, sobresale sobre todas las cosas en mi vida, es como un ardiente deseo de estar junto a él, lo que mueve mi diario vivir.
Sigue diciendo: “Señalado entre diez mil”. Él destaca, no ya por como es, sino por quien es. Él es suficiente en mi vida, y yo lo distingo entre inmenso abanico de placeres que el mundo me ofrece para “mi deleite”. Pero mi único deleite es él. No le veo, pero puedo sentirle, es más puedo verle, moviéndose alrededor de mi vida, beneficiando a todos cuantos me rodean, por amor a mí. El me ama tanto y es tanto el amor que siento por él, que solo lo veo a él cuando miro mi vida. Mi amado destaca sobre todos los demás, nadie tiene su gracias, nadie habla como él, nadie me llena como él. El suple todas mis necesidades, llena todas mis expectativas. El es Dios.
Y termino como empecé ayer, con esa frase contundente de Job, llena de fe y de esperanza: “Yo sé que mi redentor vive” “Yo sé que mi redentor vive”. Que viva en tu corazón en este día y su paz esté en ti.

lunes, 3 de enero de 2011

¿Pobreza o riqueza?

El pasaje con el que Dios me habló hoy es, Proverbios 30:7-9 y dice así: “Dos cosas he demandado; no me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”.El escritor, a modo de oración, le pide con fervor y casi desesperación, dos cosas que son muy importantes desde el punto de vista humano, y que Dios puede hacer que se hagan reales en nuestra vida. Él nos ha dado inteligencia para hacer bien las cosas, pero a veces no sabemos cómo resolver los problemas, y eso nos genera estrés y un estado de infelicidad. Por eso como Salomón, podemos pedir a nuestro buen Dios que no nos de pobreza ni riquezas. ¿Por qué? en el mismo pasaje vemos la respuesta, y esta no es mas que una consecuencia de la meditación reflexiva del autor sobre su propia vida. ¿Puedes detenerte por un momento y meditar sobre tu propia experiencia acerca de la riqueza (tiempos de abundancia económica) y de la pobreza (tiempos de escasez)?. Si somos capaces de analizar nuestras vidas, seguramente llegaremos a la misma conclusión y haremos la misma petición que el autor del proverbio. Sabemos que las riquezas nos pueden apartar de Dios, puesto que nos aportan una falsa confianza en nuestras posibilidades y habilidades, ya que solemos pensar que hemos llegado a ser ricos, o tener abundancia, por nuestro esfuerzo, pero cabe preguntarse ¿no será que aun con mi esfuerzo, que es innegable y que además Dios nos pide que lo hagamos; es Dios quien me provee de todas las cosas?
Por otro lado, si llegamos al borde de la pobreza, la tendencia humana es preguntarse a uno mismo, a los demás y al mismo Dios ¿Dónde está Él ahora; porqué Dios no me ayuda en esta situación? Y esgrimimos versículos, aunque sea a base de concordancia, para fortalecer nuestros argumentos. Pero lo cierto es que “nuestras” vidas, están en las manos de Dios. Él sabe lo que nos conviene, Él nos dará, lo mejor en el momento oportuno, en Su tiempo y no cuando nosotros queremos. Porque “nuestras” vidas no nos pertenecen, es por lo que debemos ser conscientes que debemos pedir como conviene, y en este caso el proverbio nos enseña a pedir de ese modo. ¿Acaso Dios no sabe lo que nos conviene, para que se lo tengamos que pedir? Claro que sí. Pero es que nosotros necesitamos hacer una reflexión sobre nosotros mismos, y ver donde está nuestro corazón. Al hacerlo, llegamos a la conclusión de que lo mejor es dejar todo en Sus Benditas Manos con una oración similar a la del pasaje que nos ocupa. No es casual que comience pidiendo que "vanidad y palabra mentirosa aparta de mí". Cada uno de nosotros sabemos que la riqueza trae vanidad, y comparación con la situación de otros, y nos mentimos pensando que estamos así porque somos "mejores". Por eso es importante al orar, pedir con lógica; primero que Dios quite toda vanidad de nuestra vida, para que no seamos mentirosos al hablar o al mirarnos en relación con el prójimo. Tengamos en cuenta estos principios divinos y nuestras vidas estarán en orden y tendremos paz. Amén.
Bendiciones.